Primera vuelta de la espiral


“Los oficios son una posibilidad de conectarnos con el cosmos, nos permiten trascender a la eternidad. El tejido es tejer la vida, tejer el universo; la alfarería es moldear los mundos, moldear el destino; la orfebrería es ascender, espiritualizarse, ser luz; el trabajo con la madera y la piedra es recordar la memoria del cosmos (…)”

 

Abuela Princesa Mhuysqa

 

Para Camila Rodríguez Triana el ascenso consciente de la espiral—ese laberinto en el que uno se pierde y se encuentra múltiples veces a lo largo de la vida—, inicia en la lejanía de Francia en el año 2017. Allí, ante el florecimiento de un profundo sentimiento de enajenamiento en un contexto tan distinto a su ciudad natal Cali, la artista inicia un proceso de cuestionamiento y sanación que, años después, la llevaría a indagar de manera insistente y atenta por su Origen: su cuerpo y el territorio habitado por sus ancestros los Mhuysqas.    

 

Así, la primera exposición individual de Camila Rodríguez Triana en Colombia se teje a partir de meses de investigación teórica y etnográfica, una peregrinación realizada a lo largo de más de un año a las lagunas sagradas que comprenden el territorio Mhuysqa y todo aquello que acontece en los planos físico y espiritual cuando se dispone con entrega y vehemencia a indagar por su identidad y el linaje que la precede.  Asimismo, es un primer acercamiento a tan solo un aspecto de la compleja y profunda cosmogonía Mhuysqa: las energías femenina y masculina y su vínculo indisoluble. Rodríguez Triana propone recordar—apoyada en el estudio de los mitos Mhuysqas— aquellos pensamientos ancestrales enfocados en el equilibro y la complementariedad de dichas energías que prevalecían antes de la llegada de los invasores españoles quienes optaron por separarlas, pues su comprensión e integración propician el caminar armonioso del ser humano dentro de los principios originales de la ley mayor.      

 

Para la artista, el acto de recordar es un accionar que involucra la conexión del cuerpo, mente(consciencia) y corazón, que posibilita la creación de una identidad. Por ello, a través de su trabajo propone: “hacer memoria con los pies y con las manos. Con los pies al caminar el territorio, y con las manos al volver a trabajar los oficios ancestrales.”  

 

Los Mhuysqas veneran el territorio pues no solo es el “reflejo de la geografía celeste”, en él yace la ley de Origen. Para conocerlo y comprenderlo es necesario caminarlo. En palabras de la artista: “Al caminar el territorio todos los sentidos se ponen en diálogo: las imágenes, los gestos, los sentimientos, los sabores, los sonidos. Al caminar el territorio camino el tiempo y la historia y camino también mi propio cuerpo.” Incluso, la unión de las energías femenina-masculina se manifiesta en el territorio, específicamente en las siete lagunas o úteros que esperan ser tocadas por la semilla del sol para posibilitar la vida en la tierra; estos úteros o contenedores de vida, fueron visitadas por la artista para luego ser traducidos por su manos en obras tridimensionales, en muchos casos pintadas por los elementos naturales y cuyos materiales contrastantes conversan armónicamente: tejidos en fique e hilo de cobre; páginas de libro pintadas con tierra y bordadas con hilos de algodón; fique bordado sobre madera; arcilla, metal y lajas de piedra; piedra caliza y cobre.  

 

La idea de diálogo— presente a nivel material y conceptual en las obras que comprende la exposición— se complejiza en tanto que miramos dicha propuesta desde los ojos del mestizaje, pues Camila Rodríguez Triana nos habla de la importancia de abrazar su ancestralidad indígena y reconciliarla con la europea con el fin de construir su identidad y cambiar su destino. Así, estos trabajos no solo encarnan esta idea de entrecruzamiento, también sirven para mover aquellos hilos imperceptibles que conforman los campos sutiles en donde se activa la sanación no solo de la artista sino también de su linaje.    

“La primera vuelta de la espiral”, recoge tan solo una mínima parte de una largo y profundo reencuentro de Rodríguez Triana con su ancestralidad (Mhuysqa y europea), aquella que la impulsa a caminar y a “descaminar” el territorio con sus pies, manos y corazón, para volver a su casa, su cuerpo, su centro. En el proceso de trenzar su pensamiento, es decir, de conectar sus ideas con el corazón y concretarlo en una producción artística repleta de poesía y sutileza, Camila Rodriguez Triana nos regala la posibilidad de adentrarnos en los misterios de Vida, de lo invisible, de lo que tiene el potencial de transformarnos. 

 

Paula Bossa