TIMELINE: Lugar: reflexiones en torno a la arquitectura
Casas Riegner se complace en anunciar la apertura de Lugar: reflexiones en torno a la arquitectura, la tercera muestra de su nuevo proyecto expositivo TIMELINE. Conformada por trabajos de Leyla Cárdenas, María Fernanda Plata y Angélica Teuta, la exposición propone un acercamiento a la arquitectura desde la mirada de estas jóvenes artistas quienes desde su práctica investigan, exploran, experimentan y critican la arquitectura destacando el carácter evocador de la ruina, el fragmento urbano o la auto-construcción que simula un refugio. En concordancia con los lineamientos de TIMELINE, esta exposición a su vez recoge momentos específicos del trabajo de las artistas en su paso por la galería. Dichos instantes han sido construidos en el ejercicio de una revisión de cada una de sus prácticas con el fin de esbozar nuevos cruces conceptuales y propiciar nuevas lecturas de sus obras.
Lo espacial es una de las características que define la arquitectura. Si bien la noción de espacio es amplia y compleja, esta cobra un significado singular a la hora de hablar desde el ámbito del arte. El crítico Javier Maderuelo Raso afirma que las cualidades espaciales de la arquitectura son también aquellas cualidades volumétricas y rítmicas que provocan sus elementos constructivos en el espectador; cuando el espectador se mueve en un espacio arquitectónico, éste deja de ser un simple vacío para convertirse en un ente activo. Pero a su vez, para que el vacío adquiera sentido en cuanto a espacio, es necesario que el espectador pase de la simple sensación perceptiva a la interpretación intelectual[1]. En este sentido el espacio arquitectónico percibido estéticamente y aprehendido corporal e intelectualmente (aquel que suscita reflexiones y emociones), adquiere un protagonismo especial en la exposición Lugar: reflexiones en torno a la arquitectura. En ella se reúne una selección de obras escultóricas y bidimensionales que, además de referirse a espacios arquitectónicos cargados de historia y memoria personal, revelan un involucramiento conceptual. Por tanto, sería acertado afirmar que las obras en cuestión parten de lugares reconocidos por sus cualidades físicas y emotivas ya que “con el solo hecho de haber sido contemplados una sola vez, de haber sido descritos y nombrados, de haber tomado posesión de ellos a través de su observación visual y su bautizo toponímico, esos espacios se han cargado de significado”[2].
El espacio arquitectónico, pensado en relación a la práctica de estas tres artistas, nos sitúa en un plano en el que su dimensión inmaterial y física se mezclan, ratificando que desde su hacer artístico, las tres hacen de la arquitectura un espacio significante y personal.
Leyla Cárdenas, en un intento por rescatar la memoria histórica de su ciudad y de comprender la intangible noción del tiempo, hace uso de las ruinas arquitectónicas que encuentra en el centro de Bogotá. Los lugares le reclaman: seducida por las cualidades estilísticas y el valor histórico y patrimonial de estos vestigios urbanos en camino a desaparecer, Cárdenas asume el rol de arqueóloga al emplear métodos extractivos para crear piezas escultóricas que, desde su materialización, develan el paso, la acumulación y la fragmentación del tiempo. Igualmente, la artista se vale de la fotografía para registrar instantes específicos de casas republicanas en abandono. A veces fragmentados y montados sobre escombros, o superpuestos e intervenidos con cortes que anulan metafóricamente momentos del pasado, el registro fotográfico pierde su función testimonial para convertirse en un soporte plástico de gran expresividad. En el ejercicio meticuloso de analizar arquitecturas del pasado desde la fotografía y los procesos extractivos, la artista intenta rescatar su carácter, poniendo de manifiesto la importancia de preservar la el tejido urbano histórico.
Maria Fernanda Plata reflexiona sobre los espacios que habitamos desde una práctica artística basada en la apropiación de arquitecturas vulnerables, aquellas que aparentemente carecen de un valor estético y constructivo. Operando como detonantes conceptuales, estas construcciones en desuso plantean cuestionamientos sobre la forma en que habitamos un espacio. Desde la asimilación consciente del carácter de dos superficies—una pared de un antiguo teatro ubicado en el centro de la capital, y una plataforma de asfalto que define el parque de su barrio— Plata se vale de la técnica del frottage[3] para plasmar una serie de encuentros. En la concretización plástica de cada acción, que además revela texturas sorprendentes, la artista confirma que el espacio arquitectónico es una experiencia física que parte de una observación visual y se extiende a un plano corporal.
La práctica de Angélica Teuta se fundamenta en su experiencia con la arquitectura. A partir del reconocimiento de un espacio y de las carencias que éste presente para una comunidad, Teuta construye estructuras temporales para espacios interiores empleando métodos constructivos muy básicos. Recuerdos de lugares utópicos, memorias de infancia y espacios oníricos informan cada “mini-ecosistema” o refugio ambientado con video proyecciones, retazos de tapetes y en algunos casos con pequeñas bibliotecas. Al ser ubicado en el espacio expositivo, la estructura adquiere un gran potencial interactivo que revierte en una experiencia intelectual, emotiva y sensorial para el espectador, a quien se le exige un desplazamiento físico en el espacio y dentro de la misma estructura.
Leyla Cárdenas, Maria Fernanda Plata y Angélica Teuta son artistas que desde su quehacer artístico se muestran comprometidas con el espacio, específicamente con aquellos lugares sobre los que se proyectan sentimentalmente ya sea por sus carencias o vacíos, o por sus cualidades físicas, simbólicas y emotivas. En el proceso de rescatar y reconocer un lugar desde su intelecto y sensibilidad artística, las artistas ratifican la frase de Nicolai Ouroussoff: “la arquitectura es una experiencia física que necesita del tacto y de la visión para ser comprendida en su totalidad”.
Paula Bossa
[1] Javier Maderuelo Raso, La idea de espacio en la arquitectura y el arte contemporáneos, 1960-1989, (Madrid: Ediciones Akal, 2008), 29.
[2] Ibid. pg. 17
[3] El frottage es una técnica que consiste en frotar un lápiz sobre una hoja puesta sobre un objeto. La acción de frotar se convierte en una impresión de la forma y textura de ese objeto.