Sospecha
Casas Riegner se complace en anunciar la apertura de sospecha, la más reciente muestra individual de Luis Roldán. Compuesta por pinturas en distintos formatos, a las que se suman cuatro piezas escultóricas, la exposición propone un recorrido intuitivo marcado por la lectura de cada espectador; la distinción o reconocimiento de estos signos pictóricos bien puede suscitar una narrativa en la que se entrelazan el paisaje, referencias a la historia del arte o las cualidades matéricas de la pintura con el cosmos interior de quien traza el camino, entre muchas otras asociaciones.
Aunque Luis Roldán ha encontrado diferentes posibilidades en formatos como el ensamblaje, el collage, la instalación y la escultura, sus inicios, a finales de la década de 1980, están marcados por la pintura. Un medio al que ha vuelto una y otra vez pero no en nostalgia o con mensajes sobre su estado actual (para demostrar que aún está viva) sino con plena libertad, en un ejercicio exento de cualquier responsabilidad grandilocuente y solo con el presentimiento de que la pintura y el lienzo, como otros materiales, pueden ser el punto de partida de distintas conversaciones.
Con la invitación abierta, uno de los diálogos más interesantes que surgen en sospecha es aquel en torno a las referencias a otros de sus trabajos: Parque de la Independencia (1993-1994), serie de pinturas de estudios abstractos basados en artistas como Andrés de Santa María o Paul Cézanne (caracterizadas además por su gran tamaño y pinceladas espesas); Amansadores (1997); To be young and homeless (2002); o Circunstancias, muestra que presentó en Casas Riegner en 2009 y en la que el trabajo pictórico se mezclaba con ensamblajes, dibujos, vídeo e incluso dos canarios amarillos que, en conjunto, creaban un gran ambiente integrado. Esta revisión de su propia narrativa es complementada además por cuatro acentos escultóricos elaborados con materiales encontrados. Cabe recalcar que dicha exploración de la pintura abstracta no está a la deriva o es cercana al automatismo y, por el contrario, cada una de las piezas encierra su propia estructura. Un corpus más parecido a un fantasma o huella que a un rígido armazón.
En unísono, sospecha reúne distintas experiencias, temas y referencias que buscan incentivar en el espectador su propia lectura. El resultado de cada una de ellas siempre distinto, la pesquisa siempre nueva.